Me acerqué a Michel Houellebecq por “La carte et le territoire” [1]; dejé de lado la polémica que rodea al autor y me concentré en la novela. Poco a poco me fue atrapando con su narrativa aguda de la soledad contemporánea; paralelo al placer de la lectura pensaba en el sentido literal del título hasta llegar a la conclusión de que en esta modernidad al límite, resultan más importantes los mapas que el territorio. “Jed compró un mapa de carreteras…Era un mapa sublime; Jed, alterado, empezó a temblar delante del expositor. Nunca había contemplado un objeto tan magnífico…en cada una de las aldeas, de los pueblos representados…se sentía la palpitación, el llamamiento de decenas de vidas humanas, de decenas o centenares de almas, unas destinadas a la condenación, otras a la vida eterna…” [2]
Las “favelas” son territorios-frontera que constituyen el tejido informal de las ciudades modernas latinoamericanas; al ser el resultado de la planeación de la emergencia, su registro es escaso, sus mapas “oficiales” son las fotografías tomadas por satélites. La palabra mapa viene del latín forma, y se le define como el dibujo o representación total y/o parcial de la superficie de la tierra que muestra la distribución de aspectos físicos y geográficos [3]. Los mapas fueron creados con el propósito de conocer el mundo, representan una fuente importante de información; el hombre hace mapas para ubicarse espacialmente, los mapas también son planes, rutas.
Desde los cartógrafos de la Edad de la Exploración los mapas documentan la secuencia histórica de las “cosas” en el espacio, el registro y la información recabada son considerados como hechos reales/reales. Sin embargo, con la transformación de los conceptos de tiempo y espacio, la relación entre ambiente construido y diseñador – usuario, cambió radicalmente [4]; en la actualidad la materialidad del fenómeno urbano-arquitectónico ya no es suficiente para “decir” a quienes lo producen.
La sociedad contemporánea se mueve más en el espacio de los flujos que en el espacio de los lugares; la realidad virtual forma parte de la vida cotidiana. La idea de mapa necesita examinarse. Desde hace algunos años los especialistas urbanos han considerado que una mejor manera de entender las ciudades y la experiencia urbana, es a través del cine, por medio de las películas que vemos construimos imágenes del mundo, es decir, mapas cognitivos [5]; canciones, vídeos y literatura también nos ayudan a construir la imagen social de las metrópolis.
La vida cotidiana de las áreas informales es la clave para entender esta “otra” propuesta de ciudad; de acuerdo con Henri Lefebvre, lo cotidiano es el “inevitable” punto de partida para la realización de lo posible; y se forma por momentos hechos de superposición de momentos (deseos, trabajo, rutina, repetición, placeres, productos, logros, nada –pasividad-, significados, finales, comienzos, etcétera) [6]. A partir del residuo se generan las rutas, los planes. En “Del rigor en la ciencia” [7], Jorge Luis Borges, habla acerca de un mapa del tamaño del imperio (ciudad formalmente planeada), un mapa que dejó de ser útil y fue abandonado más allá de los límites del reino; sobre las ruinas del primer mapa, los habitantes de la frontera (favelas) re-construyen sus propios mapas diariamente [8]. Por ejemplo, además de los mapas gráficos y la información cuantitativa de las colonias donde habitan los trabajadores de las maquiladoras ubicadas en la frontera México-Estados Unidos, podría agregarse la canción “La niña” interpretada por Lila Downs [9], o la película “Ciudad del silencio” y así crear otros mapas del área (¿colonia maquiladoras 2?). [9] [10]
Las favelas nunca han sido parte de los mapas de la ciudad formal; su registro tiene múltiples capas que son dinámicas, flexibles y simultáneas (mapas gráficos más mapas cognitivos más mapas multimedia más _______). Tal parece que la mejor manera de documentarlas es capturando fragmentos de la vida cotidiana para luego unirlos sabiendo que no sólo representan hechos reales/ reales, sino además realidades virtuales e imaginadas. Los mapas, es decir, las “formas” de los lugares físicos y de su cambiante contraparte virtual [11], constituyen herramientas que posibilitan la transformación de la realidad. Los “nuevos” mapas de las favelas representarán el punto de partida para la siguiente revolución urbana [12].
[1] Michel Houellebecq, El mapa y el territorio, Ed. Anagrama, México, 2011.
[2] Ibid, p. 47
[3] Oxford English Dictionary
[4] Manuel Castells, La era de la información economía sociedad y cultura, Vol.I La Sociedad Red, Ed. SigloXXI, México, 2006.
[5] Nezar AlSayyad, Cinematic Urbanism. A History of the Modern from Reel to Real, Routledge, Nueva York, 2006.
[6] Henri Lefebvre, Everyday Life in the Modern World, Harper and Row, Nueva York, 1971.
[7] Jorge Luis Borges, “Del rigor en la ciencia”, en El Hacedor, Alianza Editorial, España, 2003, p.103. https://www.youtube.com/watch?v=zwDA3GmcwJU
[8] Diana Maldonado, Delocalize the Concept of Border: From Territories to Virtual Places. (The South Side of the US-Mexican Border). UANL / UC Berkeley, 2014. (research in progress).
[9] https://www.youtube.com/watch?v=40C3yycZjNE
[10] Ver https://favelissues.com/2014/05/09/border-maquiladoas-and-colonias-part-2/
[11] Nezar AlSayyad, The Virtual Square. Urban Space, Media, and the Egyptian Uprising, en Harvard International Review, Summer 2012, pp. 58-63.
[12] https://www.youtube.com/watch?v=6eWBmVprInQ
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